
Somos la parte del cosmos con la que este se conoce así mismo dijo un hombre al que veían como sabio, quien solo daba riendas sueltas a su imaginación... Sin embargo la ciudad, la civilización y la modernidad nos ha arrancado algunos sentimientos. Ahora los seres humanos se creen amos y señores del mundo, y hasta del universo. Pero es gracioso verlos correr, asustarse, sentir miedo ante la furia de la ciega naturaleza, aquella de la cual ya no somos parte... yo me pregunto: ¿Aún quedará algo muy dentro de nosotros mismos para poder sentirnos parte de todo y no dueños?... ¿recordaremos en nuestras células y átomos que somos hijos de las estrellas más que de nuestras creencias y que estamos más unidos a una roca que a un bonito artefacto tecnológico?
Pero ¿como ocurrió que cuando buscamos soledad nos encerramos en un frío espacio de cuatro paredes y un techo, encerrados, separados, aislados, llamándola nuestro espacio? ¿como ocurrió que perdimos las ansias de correr y sentir el viendo acariciar nuestros rostros y cabellos? ¿como ocurrió que anhelamos más regresar a estar encerrados que pasar las noches al aire libre? ¿como paso que ahora tenemos miedo a sentirnos libres y sin ataduras? ¿como paso que necesitamos fármacos para modificar nuestra ansiedad a sentirnos asqueados por vivir como lo hacemos? ¿como paso que dejamos aquello que nos hacia animales salvajes para convertirnos en personas domesticadas?
Muchos años nos han encarcelado, en jaulas, cárceles, manicomios, hospitales, aulas, escuelas, habitaciones. Nos han amenazado con correas, cordones, zapatos, puños, notas, calificaciones, gritos, descuentos, castigos de todo tipo... y nosotros nos hemos acostumbrado. Defendemos esta forma de vivir y nos contentamos con una búsqueda incesante de pertenecer a un grupo con relaciones humanas y no mercantiles, cubriendo esa necesidad con todos los vicios existentes... Alejándonos más y más de nuestra naturaleza salvaje...
Ya no queda nada en nuestros corazones, ya no queda nada en nuestros cerebros, a menos que digamos basta y en vez de acurrucarnos en nuestras casas, salir a las calles, romper las leyes y el orden. Sembrar el caos y cosechar nuestros sueños del fuego que cubrirá las ciudades cuando recordemos en lo más profundo de nuestro ser, quienes fuimos y quienes somos...Recuperemos nuestra libertad y salvajismo. Dejemos el miedo.
